Beside the dose of data concealment from government agencies, the propagandistic treatment in favor of China decreases, being the collateral effects disinformation to citizens and uncertainty about the beginning of the COVID-19 vaccination rollout.

By Ana Julia Niño Gamboa

Cadena de frío en la amistad de China y Venezuela

Aparte de dosis de ocultamiento de datos desde las entidades gubernamentales, el tratamiento propagandista a favor de China disminuye, siendo los efectos colaterales la desinformación a los ciudadanos y la incertidumbre sobre el inicio del plan de vacunación para la COVID-19.

Por Ana Julia Niño Gamboa

Resumen ejecutivo

La diligencia y premura por aprobar la vacuna china Sinopharm para su aplicación en Venezuela – recordemos que el permiso para su uso se concedió pocas horas antes de que el fármaco alcanzara suelo venezolano – no se corresponde con el trato frío que recibió el gesto, apenas una noticia que nace y muere el mismo día. Esto se suma al poco empeño del gobierno en informar sobre los términos de este intercambio ¿Cuánto le va a costar al país ese suministro? ¿Son primeras dosis? ¿Se aprueba su aplicación como parte de las pruebas clínicas en Fase 3 o se pasa directamente a un plan de vacunación que no es masivo? Estas son muestras de las muchas interrogantes suspendidas en la nada porque el gobierno no brinda información.

Lo cierto es que, desde el 1 de marzo de 2021, fecha en que llegaron al país, 500 mil dosis de la vacuna asiática, ni los sitios web oficiales ni los medios públicos o los privados afines al chavismo proporcionan información consolidada sobre la aplicación del medicamento en alguna jornada. Más aún, no queda claro si se trató efectivamente de una donación. A pesar de que, en octubre de 2020, se anunció la participación de Venezuela en la Fase 3 de las pruebas clínicas, no se supo más de la vacuna hasta el 1 de marzo de 2021. Además, una semana después, un huérfano titular de la estatal Venezolana de Televisión (VTV) anuncia: “docentes de 250 escuelas de Caracas recibieron primera dosis de la vacuna china”.

La sistemática opacidad característica de la gestión de Nicolás Maduro es una de las facetas de su política comunicacional; otra es la evidente propaganda que disemina a favor de Rusia y China como compañeros en la ruta antimperialista contra Estados Unidos. Esta táctica ha sido practicada por el gobierno en estos tiempos de la pandemia por COVID-19. Por eso, si queremos enterarnos de los datos públicos relacionados, por ejemplo, con las vacunas, una vía es seguirle la pista a la propaganda.

Vimos que bots del gobierno se activaron en Twitter para posicionar a la rusa Sputnik V, un ferviente saludo a su relación con Moscú a pesar de que los 10 millones de vacunas prometidas – no entregadas en su mayoría – desde diciembre de 2020. Cinco meses después, todavía no se acerca ni al solitario medio millón. Sin embargo, eso no es obstáculo para ensalzar con insistencia esa relación. Al contrario, el trato mediático recibido por el supuesto donativo de medio millón de vacunas chinas de Sinopharm es pobre. A esa acción se le aplicó una rara cadena de frío. Un dato que inquieta porque marca una diferencia entre uno y otro aliado. Lamentablemente, en el medio quedan atrapados los datos públicos de interés para los ciudadanos y en relación con la vida de cada venezolano.

La evidencia de lo que aquí contamos emerge de la revisión de 10 fuentes, incluidos sitios web oficiales, algunos medios y la agencia Xinhua. Abarca el período que corre desde el 1 de marzo al 3 de mayo de 2021.

Introducción

Este estudio pretende documentar un aspecto de la relación entre los gobiernos de Beijing y Caracas que, al parecer, ha entrado en fase de reposo. Recabamos esta información a partir de la secuencia de eventos que se supone debió haber ocurrido desde la entrega de 500 mil dosis de la vacuna Sinopharm el día 1 de marzo de 2021. Partimos de la necesidad de fundamentar el tratamiento de la información pública por parte de los órganos del gobierno. Por otro lado, le seguimos la pista a la diferencia en esfuerzos propagandísticos desplegados en relación a China en comparación con aquellos en relación a Rusia. Para ello, exploramos diez fuentes repartidas entre sitios web oficiales y de tres medios públicos y uno privado de tendencia progubernamental, más el contenido de la agencia china Xinhua. El periodo en estudio abarca desde el 1 de marzo hasta el 3 de mayo de 2021.

En esta ocasión, además de hacer seguimiento a la vacuna de Sinopharm, vemos el trasfondo de la relación desarrollada por los gobiernos de ambas naciones sobre una narrativa con evidentes trazos propagandísticos. En ellos, los que prevalece el discurso que denuncia al imperialismo norteamericano contra el cual ambos gobiernos se alían. Esa retórica trata de justificar la ineficacia e ineficiencia del gobierno venezolano, desviando la responsabilidad de la crisis al supuesto bloqueo que le impide comprar medicamentos e insumos debido a las medidas ordenadas por el Departamento del Tesoro de USA. También le sirve de argumento para evadir la Constitución e impulsar la llamada Ley Antibloqueo, hecha a la medida de las opacidades de una administración que arrebata el derecho constitucional a ser informado.

Cuadro 1: Medios

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OUTLET URL
VTV vtv.gob.ve
TELESUR telesur.net
CORREO DEL ORINOCO correodelorinoco.gob.ve
ULTIMAS NOTICIAS ultimasnoticias.com.ve
XINHUA AGENCY spanish.xinhuanet.com

Cuadro 2: Fuentes gubernamentales

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SOURCE WEBSITE
MINISTRY OF HEALTH mpps.gob.ve
PATRIA (FATHERLAND) SYSTEM covid19.patria.org.ve
MINISTRY OF FOREIGN AFFAIRS mppre.gob.ve
OFFICE OF THE VICE PRESIDENT Vicepresidencia.gob.ve
MINISTRY OF ECONOMY AND FINANCE mppef.gob.ve
MINISTRY OF COMMUNICATION AND INFORMATION minci.gob.ve

Metodología

El examen está centrado en las fuentes oficiales y en la cobertura de los medios seleccionados. A partir de ellos, intentamos comprender lo que revelan y también lo que callan, diseño que permite detectar un patrón de comportamiento y tratamiento de la información pública en manos del poder. Además, en este caso volteamos la mirada hacia la propaganda a favor de los auxilios chinos.

Esta es una investigación con perspectiva cualitativa, documental. Nuestro corpus se enfoca en los datos que podamos captar en los sitios oficiales del Ejecutivo nacional, en las unidades de prensa publicadas por los medios seleccionados, tanto nacionales como internacionales.

La lectura de las fuentes se hace en línea. Para ello, hemos hecho uso del buscador de Google y en ocasiones hemos apelado a su herramienta de búsqueda avanzada. Nuestro instrumento de acopio de información y construcción de datos se apoya en el análisis de contenido, con categorías iniciales orientadas a determinar si el medio tiene o no alguna noticia sobre el asunto investigado y, si la tiene, cuál es el enfoque dado.

Contexto

En esta fase de la pandemia por COVID-19, la atención ha estado centrada en el acceso a las vacunas que mitiguen los efectos del contagio que parece ineludible. Por ello, cuando llegan a Venezuela las primeras 500 mil dosis de Sinopharm, la expectativa se centra en la esperanza de conocer finalmente la posible fecha de inicio de algún plan de vacunación.

Obviamente, los intereses políticos entre ambos gobiernos pasan a un segundo plano frente a la urgencia de la ciudadanía por recibir la vacuna. No obstante, sobre los hombros de la administración pública sigue recayendo la obligación constitucional de informar a la ciudadanía. Incluso, están en la obligación de administrar adecuadamente la expectativa acerca del acceso al medicamento. El gobierno le debe una explicación al país, una campaña informativa sobre la situación, así como de los retos y dificultades que implica la vacunación.

Los temas que debe abordar una campaña informativa suficientemente seria incluyen: capacidad para garantizar la cadena de frío que las vacunas requieren, dotación de jeringas, algodón, alcohol, personal de salud, transporte adecuado a otras ciudades. Se requieren datos que indiquen los grupos prioritarios para la vacunación, o la existencia de un plan equitativo por parte del gobierno que haga llegar la vacuna más allá del entorno íntimo de la élite en el poder. Todos estos temas son pertinentes. Un gobierno comprometido activaría la comunicación de riesgos recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir, el índice ponderado de confianza entre los que saben (personal médico, academias científicas), los que deciden (el gobierno y las autoridades sanitarias) y los afectados (la gente, la ciudadanía toda). En este despliegue informativo, entran también los medios de comunicación.

La comunicación de riesgos involucra tres aspectos principales que deben trabajar juntas: i) Hablar: se debe transmitir rápidamente información sobre la naturaleza del evento y las medidas de protección que las persona pueden tomar; ii) Escuchar: el personal de respuesta, los expertos y las autoridades deben evaluar y comprender rápidamente los temores, preocupaciones, percepciones y opiniones de los afectados. Esto requiere el uso de las ciencias sociales, así como la experiencia y los métodos de participación comunitaria; y iii) Gestionar los rumores: buscar una forma en que se pueda detectar la información errónea y corregirla de manera apropiada y sin demoras.

En el caso puntual de la vacuna china, nada se dice de su inclusión en jornadas conocidas. El gobierno presenta números que no cuadran, sumando dosis o vacunas que no logran diferenciar si se refieren a pruebas clínicas o a jornadas prácticamente secretas de las que se sabe en círculos cerrados. Incluso, en el supuesto de selección mediante la plataforma Patria (sitio web de beneficios a los partidarios del régimen), no ha habido aviso del modo, de la jerarquización de casos. Sin embargo, sí se auspició la obligación de ingresar a ese sistema como la vía única para vacunarse, lo cual equivale a una discriminación política a partir del temor a la muerte. En un momento en el que el virus repunta, la población sigue sin contar con un plan mínimo de vacunación que aminore tanto la ansiedad como la enfermedad. Peor todavía, un presidente ya vacunado habla de seguir confinados porque la inyección no nos salva, lo cual en el fondo trata de justificar la mediocre y politizada gestión de este tema realizada por la administración de Nicolás Maduro.

El otro asunto que nos interesa contextualizar es el casi frío tratamiento mediático que ha recibido el gesto chino, sobre todo si lo comparamos con la constante propaganda a favor de Moscú. No se trata de que nos parezca injusta dicha diferencia. Ocurre que llama la atención en dos sentidos: la evidente poca visibilidad de autoridades chinas en el país, un distanciamiento que miramos como cálculo; por otra parte, si bien China sobrepasa en dosis de vacunas a las entregas rusas, notamos el poco interés en los medios gubernamentales para agradecer ¿Es esta una señal de frío, un efecto secundario de unas relaciones que han entrado en fase de reposo? ¿Habrá convalecencia?

Resultados

La revisión de los medios oficiales muestra lo siguiente: primero, la evidencia de que los medios públicos son portadores de la narrativa gubernamental, dejando de lado el servicio a la sociedad en su conjunto; segundo, los sitios web del Ejecutivo nacional no dan datos claros ni verificables. Las pocas notas sobre la vacuna china son casi anecdóticas, esto es, se menciona en el contexto de cualquier evento en el que aparezca Nicolás Maduro, o se agregan a las cifras imprecisas que hace el Ministro de Salud, principalmente desde el aeropuerto a la llegada de insumos; tercero, las dosis de Sinopharm donadas por Beijing no reciben mayor cobertura, aparte del anuncio de la llegada del medicamento y de su aplicación en 250 escuelas de Caracas, si detalles sobre la cantidad de docentes. Sorprende incluso que en la web de la agencia Xinhua ni que en su subdominio en el del canal multiestatal de televisión Telesur tampoco aparezca reseña alguna.

La propuesta investigativa destaca al silencio de los medios examinados, sobre todo porque, en la búsqueda de información, era más fácil hallar piezas que presentan a Rusia favorablemente, a pesar de que su cumplimiento del convenio de suministro de las vacunas está en entredicho. Adicionalmente, la imposibilidad de acceder a mayores datos sobre los convenios con China, especialmente en el que tiene que ver con la llegada de medio millón de dosis de Sinopharm y el comportamiento más bien frío de la propaganda local, plantea varias interrogantes que tocará responder después: ¿es ese silencio muestra de una estrategia de negociación? ¿El trato pasa por un periodo de incubación? ¿El gobierno chino es más discreto que el ruso y el venezolano? De cualquier forma, estas preguntas no desvanecen las sospechas que se ciernen sobre estas dos naciones. Ambas apuestan a Latinoamérica, no tanto porque le importen los latinoamericanos sino por desplazar la influencia de Estados Unidos en la región y ensanchar su área de influencia imperialista.

Conclusiones

El comportamiento de los medios oficiales examinados es apenas un atisbo de la política comunicacional que la administración de Nicolás Maduro ha ejecutado durante la pandemia, en especial con estos asuntos vinculados a su relación con Beijing. Como parte de esa estrategia, oculta información que es de índole pública, coarta el derecho constitucional de acceso a la información y socava gravemente la posibilidad de contar con fuentes oficiales favorables al ejercicio del periodismo y a la disminución de la desinformación.

Está demostrado que el uso político de los medios públicos erosiona la democracia y empobrece el debate público. Aparte de que cumple la promesa de la hegemonía comunicacional, realmente impulsa el desorden informacional al favorecer la política del rumor, del bulo. Ello impone una “verdad oficial” sin que la sociedad, la información científica ni el periodismo puedan contar con un espacio equivalente que le sirva de contrapeso democrático.

Seguimos evaluando como deficiente la gestión de esta crisis por parte de las autoridades. Propicio será aplicar un giro a esa actitud y promover la sinergia propuesta por la comunicación de riesgos. Solamente la información sustentada en la confianza puede contrarrestar o mitigar los efectos de la desinformación.

Executive Summary 

The hasty efforts in approving the Chinese Sinopharm vaccine for administration in Venezuela – let us remind that the permit for use was granted a few hours before the drug reached Venezuelan soil – does not correspond to the cold treatment the gesture received, barely a news item born and dead on the same day. This adds to the government’s lack of commitment to inform on the terms of this exchange. How much will these supplies cost the country? Are they first doses? Is its administration approved as part of Phase 3 clinical trials or does it go directly to a non-massive vaccination plan? These are examples of the many questions floating in a vacuum because the government does not provide information. 

What is certain is that, since March 1, 2021, the date on which 500,000 doses of the Asian vaccine arrived in the country, neither official websites nor the public and the private media supporting Chavismo provide consolidated information on the administration of the drug in any campaign. Furthermore, it is unclear whether it was actually a donation. In spite of the fact that, in October 2020, the participation of Venezuela in Phase 3 clinical trials was announced, nothing else was known regarding the vaccine until March 1, 2021. Additionally, a week later, an obscure headline by state-owned Venezolana de Televisión (VTV) announces: “Teachers from 250 schools in Caracas received the first dose of the Chinese vaccine”. 

The trademark systematic opacity of Nicolás Maduro’s administration is one of the facets of his communication policy; another one is the evident propaganda it disseminates for Russia and China as allies in an anti-imperialistic path against the United States. This tactic has been deployed by the government in these times of COVID-19 pandemic. Therefore, if we want to find out about public data related to, for example, vaccines, one way is to follow the propaganda trail. 

We witnessed government bots enabled on Twitter to boost Russia’s Sputnik V, a fervent nod to its relationship with Moscow despite the 10 million vaccines – most undelivered – promised since December 2020. Five months later, it is still nowhere near a lone half million. However, that is no obstacle to insistently extolling that relationship. Conversely, the media treatment received by the alleged donation of half a million Chinese vaccines from Sinopharm is poor. An unusual cold chain was applied to this action. This is a concerning fact because it marks a difference between one ally and the other. Unfortunately, caught in the middle are public data of interest for citizens and regarding the lives of all Venezuelans. 

The evidence of what we report here is based on a review of 10 sources, including official websites, some media outlets, and Xinhua agency. It covers the period from March 1 to May 3, 2021.

Introduction

This study aims to put on record an aspect of the relationship between the governments of Beijing and Caracas that has apparently entered a resting phase. We gathered this information from the sequence of events that is supposed to have occurred since the delivery of 500,000 doses of the Sinopharm vaccine on March 1, 2021. We started from the need to find evidence of the treatment of public information by government bodies. On the other hand, we followed up on the difference in propaganda efforts deployed regarding China against such efforts regarding Russia. For this purpose, we explored ten sources distributed among official websites as well as three public media and one private pro-government outlet, plus the content of Chinese agency Xinhua. The period under study runs from March 1 to May 3, 2021. 

On this occasion, in addition to following up on the Sinopharm vaccine, we looked into the background of the relationship developed by the governments of both nations on a narrative with obvious propagandistic strokes. In them, the prevailing discourse decries U.S. imperialism against which both governments are allied. This rhetoric tries to justify the ineffectiveness and inefficiency of the Venezuelan government, diverting the responsibility for the crisis to the alleged blockade that prevents it from buying medicines and supplies due to the measures ordered by the U.S. Treasury Department. It also serves as an argument to bypass the Constitution and promote the so-called Anti-Blockade Law, tailored to the opacities of an administration that denies the constitutional right to be informed. 

Table 1: Media outlets

OUTLETURL
VTVvtv.gob.ve
TELESURtelesur.net
CORREO DEL ORINOCOcorreodelorinoco.gob.ve
ULTIMAS NOTICIASultimasnoticias.com.ve
XINHUA AGENCYspanish.xinhuanet.com

Table 2: Government sources

SOURCEWEBSITE
MINISTRY OF HEALTHmpps.gob.ve
PATRIA (FATHERLAND) SYSTEMcovid19.patria.org.ve
MINISTRY OF FOREIGN AFFAIRSmppre.gob.ve
OFFICE OF THE VICE PRESIDENTVicepresidencia.gob.ve
MINISTRY OF ECONOMY AND FINANCEmppef.gob.ve
MINISTRY OF COMMUNICATION AND INFORMATIONminci.gob.ve

Methodology

The inquiry is focused on official sources and on the coverage of the media selected. Based upon them, we try to understand what they reveal and also on what they remain silent, a design that allows us to detect a pattern of behavior and treatment of public information by those in power. Moreover, in this case, we looked into the propaganda praising Chinese aid.  

This is a research with a qualitative, documentary perspective. Our corpus focuses on the data that we can gather in the official sites of the national Executive, in the news items published by the media selected, both local and foreign. 

The reading of the sources is conducted online. To this end, we have made use of the Google search engine and sometimes we have employed its advanced search tool. Our instrument of information gathering and data construction is based on content analysis, with initial categories aimed at determining whether or not the media has any news on the subject under investigation and, if it does, what the focus given is.   

Background

In this phase of the COVID-19 pandemic, attention has been focused on access to vaccines to mitigate the effects of the contagion that seems unavoidable. Therefore, when the first 500,000 doses of Sinopharm arrived in Venezuela, the expectation was centered on the hope of finally knowing the possible start date of a vaccination rollout. 

Obviously, the political interests between both governments take a back seat to the urgency of the citizens to receive the vaccine. Notwithstanding, on the shoulders of the public administration still rests the constitutional duty to inform the citizenry. They even have the duty to manage the expectation of access to the medication appropriately. The government owes the country an explanation, an information campaign regarding the situation, as well as the challenges and difficulties involved in the vaccination. 

Issues that a sufficiently serious information campaign should address include: Capacity to guarantee the cold chain required for the vaccines, supply of syringes, cotton, alcohol, healthcare staff, appropriate transportation to other cities. Data is required to identify priority groups for vaccination, or the existence of an equitable plan on the part of the government to get the vaccine beyond the ruling elite’s inner circle. All of these issues are relevant. A committed government would activate risk communication as advised by the World Health Organization (WHO), that is, the weighted index of trust among those who know (healthcare staff, scientific academies), those who decide (the government and health authorities) and those affected (the people, the entire citizenry). This deployment of information also involves the media. 

Risk communication involves three main aspects that must work together: i) Talking: Information on the nature of the event and the protective measures that people can take must be explained quickly; ii) Listening: First responders, experts, and authorities must quickly assess and understand the fears, concerns, perceptions, and opinions of those affected. This requires the use of social science, as well as expertise and community participation methods; and iii) Managing rumors: Finding a way in which misinformation can be detected and addressed appropriately and without delay.

In the specific case of the Chinese vaccine, there is no mention of its inclusion in known rollouts. The government produces numbers that do not add up, adding doses or vaccines that fail to differentiate whether they refer to clinical trials or to virtually secret rollouts known in closed circles. Even in the assumption of selection by means of the Patria (Fatherland) platform (website for entitlements to regime loyalists), there has been no notice of the modality, of the hierarchy of cases. However, mandatory registry on this site was portrayed as the only way to be vaccinated, which is tantamount to political discrimination based on the fear of death. At a time when the virus is on the rise, the population is still in need of a minimum vaccination rollout to reduce both their anxiety and the disease. Worse, an already vaccinated president speaks of remaining locked up because the drug does not save us, which is ultimately an attempt at an excuse for the mediocre and politicized way this issue has been addressed by the administration of Nicolás Maduro. 

The other issue we are interested in contextualizing is the cold shoulder given on the media to the gesture from China, especially when compared against the constant propaganda in praise of Moscow. This has nothing to do with such difference looking unfair. It happens to be striking in two ways: The evident low profile of Chinese officials in the country, a distancing that we see as calculated; on the other hand, although China surpasses Russian shipments in doses of vaccines, we notice a little interest in state-run media to give thanks. Is this a sign of coldness, a side effect of relations that have entered a resting phase? Will there be convalescence? 

Results 

The review of the official media shows the following: First, the evidence that the public media are carriers of the government’s narrative, leaving aside serving society as a whole; secondly, the national Executive sites do not provide clear and verifiable data. The few news items on the Chinese vaccine are almost anecdotal, that is, mentioned in the context of any event in which Nicolás Maduro appears, or they are added to the inaccurate figures offered by the Minister of Health, mainly from the airport on the arrival of supplies; thirdly, the doses of Sinopharm donated by Beijing do not receive greater coverage, apart from the announcement of the arrival of the medicine and its administration in 250 schools in Caracas, without details on the number of teachers. It is even surprising that neither Xinhua news agency’s website nor its subdomain on that of the multi-state television channel Telesur contain any news on the drug.   

The investigative proposal highlights the silence of the media examined, especially because, in the search for information, it was easier to find pieces that depict Russia favorably, despite the fact that its compliance with the agreement on the supply of vaccines is in question. Additionally, the impossibility to access more information on the agreements with China, especially the one related to the arrival of half a million doses of Sinopharm and the rather cold behavior of the local propaganda, raises several questions that will have to be answered eventually: Is this silence the result of a negotiation strategy? Is the deal going through an incubation period? Is the Chinese government more discreet than the Russian and Venezuelan governments? In any case, these questions do not dispel the suspicions that hover over these two nations. Both are betting on Latin America, not so much because they care about Latin Americans, but to displace U.S. influence in the region and expand their imperialist sphere of influence.  

Conclusions 

The behavior of the official media reviewed is just a glimpse at the communication policy implemented by the administration of Nicolás Maduro during the pandemic, especially regarding these issues related to its relationship with Beijing. As part of this strategy, it conceals information that is public in nature, undermines the constitutional right of access to information and seriously compromises the ability of accessing official sources encouraging the practice of journalism and the reduction of misinformation. 

It has been proven that the political use of public media erodes democracy and impairs public debate. Apart from making good on the promise of communicational hegemony, it actually promotes informational disorder by encouraging the politics of rumor, of hoaxes. This imposes an “official truth” without society, scientific information, or journalism being able to count on an equivalent space to serve as a democratic counterweight. 

We continue to assess as poor the management of this crisis by the authorities. It would be advisable to change this attitude and promote the synergy proposed by risk communication. Only information based on trust can counteract or mitigate the effects of misinformation. 

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